Pánico al compromiso
Andrea San Esteban
Tiempos modernos. Enamorarse era uno de los mayores
deseos de los seres humanos. Las postales del alma han cambiado. Hoy en los
consultorios psicoanalíticos se manifiestan personas con pánico al amor, y al
compromiso amoroso.
Proliferan “los solos y solas”, de viajes,
salidas, presentaciones, etc. ¿Será el fin de las parejas tradicionales o solo
un mal de la época?
Entre la histeria de las
redes sociales, que muestran fotos e historias de flirteos que pocas veces tienen
éxito, hasta los encuentros ocasionales de amantes de turno, estos suplen la
falta de relaciones estables y duraderas. Muchos se quejan de estar solos, pero
a la hora de definir prefieren escapar. Tanto el amor como el desamor generan
mucha angustia y disconformidad.
Se le pueden tener miedo a
las arañas, a las cucarachas, a los murciélagos, pero miedo, miedo, lo que se
dice pavor, es al vestido blanco, las alianzas, el registro civil, altares y
bodas. Si no queda mas remedio, la propuesta es convivir, sin “papeles” ¿como inmigrantes
indocumentados? Para ver como va.
Y los amigos del novio y de
la novia, preguntan, ¿Estas seguro? ¡Te perdemos!
Las relaciones comienzan,
ambos parecen coincidir, pero alguna excusa sirve para ponerle fin a un posible compromiso serio. La intolerancia y
la desconfianza tan de moda en estos tiempos siempre presente.
Todo tiene una historia y
una razón de ser.
No hace mucho se
ocultaban los encuentros sexuales, hoy
se muestran y se oculta el amor.
“La familia está en desorden”
El siglo XXI nos encuentra
sumidos en una época de crisis en el lazo social. Durante siglos la familia
occidental estuvo sostenida en la figura del padre y su ley. Con el
advenimiento de la burguesía el padre se transmutó en patriarca y la familia burguesa
impulsó el matrimonio por amor, con una exaltación de la maternidad. Esta
revolución le dio a la mujer y a su sexualidad un lugar de privilegio. Luego,
con la contracepción, comenzó a tener control sobre su cuerpo y a cuestionar el
poder patriarcal. Hay una emancipación de las mujeres y de otras minorías: los
niños, los homosexuales. Todo esto podría llevar a una disolución de la
familia, pero vemos que esto no es así puesto que las minorías quieren
integrarse a la norma. Elizabeth
Roudinesco nos habla de esto cuando dice que “la
familia está en desorden” pero que subsiste. Amor y sexualidad son
significantes que se articulan de diversas formas a lo largo de la
civilización. Los antiguos se relacionaban poniendo el acento en la pulsión, en
la necesidad, primaba lo instintual. Los modernos, en cambio, exaltan al objeto
de amor. Es así que el Romanticismo convierte la necesidad en amor. Hoy nos
encontramos en lo que podríamos denominar amor poscortés, que se parece en un
sentido al precortés. Porque la familia en desorden y el tabú que ha caído
sobre el amor nos llevan a una posibilidad de encuentro entre los sexos donde
la palabra novio/novia, observamos, ya no puede ser utilizada.
Fobia al compromiso. ¿De qué se trata? De que
el tabú que habitaba en el sexo se ha desplazado ahora hacia el amor. Es el
hombre el que se encuentra más afectado, quien padece la anestesia amorosa. Un
hombre se amordaza antes de confesar su sentir por una mujer y también ocurre
que haya amordazado su sentimiento. Enamorarse es “old fashioned”, fuera de
moda, o”vintage”,amar ha caído en desuso, dejó de ser un ideal.
Las relaciones se han
vuelto líquidas, al decir de Z. Bauman. Opina Esther Any Krieger Miembro
Titular de la
Asociación Psicoanalítica Argentina y full member de la IPA ; coordinadora del Capítulo
Psicoanálisis y Patologías actuales de APA.
La culpa también la tienen
las hormonas
Muchas de las sensaciones corporales que se suscitan durante
el enamoramiento coinciden con las sensaciones corporales. Un ejemplo típico está
dado por las personas que sufren trastornos de ansiedad. Y es que exageradas
sufridas por quienes padecen males relacionados con la ansiedad, como el
trastorno de pánico, el trastorno por ansiedad social o fobia social y los
trastornos por ansiedad generalizada.
"Las manifestaciones más frecuentes que presentan estas personas son palpitaciones, temblor, hormigueos o entumecimiento de los miembros, dificultades gastrointestinales, sudoración, sensación de ahogo o de atragantamiento, suspiros, dificultades en la concentración, atención y memoria, sensación de mareo, vértigo o inminente desmayo y de caminar como entre las nubes", explica Gabriela Martínez Castro, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad y directora del Centro de Estudios Especialista en Trastornos de Ansiedad (CEETA).
No obstante, vale destacar que entre los aspectos positivos, se puede citar el mejoramiento del ánimo es óptimo, el incremento de la creatividad, el aumento de la motivación por el cuidado personal y físico.
"Las manifestaciones más frecuentes que presentan estas personas son palpitaciones, temblor, hormigueos o entumecimiento de los miembros, dificultades gastrointestinales, sudoración, sensación de ahogo o de atragantamiento, suspiros, dificultades en la concentración, atención y memoria, sensación de mareo, vértigo o inminente desmayo y de caminar como entre las nubes", explica Gabriela Martínez Castro, psicóloga especialista en trastornos de ansiedad y directora del Centro de Estudios Especialista en Trastornos de Ansiedad (CEETA).
No obstante, vale destacar que entre los aspectos positivos, se puede citar el mejoramiento del ánimo es óptimo, el incremento de la creatividad, el aumento de la motivación por el cuidado personal y físico.
Según Juan Carlos Calvo, doctor en Ciencias
Químicas de la UBA ,
investigador principal del Conicet y autor del libro ¡Qué porquería las
hormonas! , es acertado hablar de "la química del amor".
"Si estamos excitados o deprimidos, contentos o amargados, expresamos internamente esas situaciones con cambios en las concentraciones de determinadas sustancias, muchas de las cuales se sintetizan o actúan sobre el sistema nervioso. Hoy sabemos que existe una interconexión impresionante entre todos estos sistemas y nuestra psiquis", explica.
"En el flechazo -detalla Agustín Ibáñez, director del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias (Ineco)- se activan mecanismos como la serotonina y la dopamina, que están asociados con el placer. Y, al mismo tiempo, se desactivan los mecanismos de defensa que dejan a la persona «con la guardia baja»."
"Además -agrega Ibáñez-, se producen altos niveles de oxitocina y vasopresina, dos hormonas que cumplen un papel crucial en la consolidación del vínculo amoroso. Existen, también, ciertos inductores del flechazo asociados con vectores universales, como el atractivo físico, la fijación de la mirada, la simetría facial y la relación cintura-cadera, que son captados por nuestros sentidos, especialmente por la vista."
"Son características asociadas con la reproducción", describe Calvo, para quien definitivamente existe "el amor a primera vista".
"Parecería que una relación cintura/cadera de 0,7 es la medida ideal para que el hombre se sienta atraído por una mujer. Proporciones en la cara, relacionando distribución y tamaño entre los ojos, la nariz y la boca, también expresarían números «mágicos» que enamoran", agrega Calvo.
"Si estamos excitados o deprimidos, contentos o amargados, expresamos internamente esas situaciones con cambios en las concentraciones de determinadas sustancias, muchas de las cuales se sintetizan o actúan sobre el sistema nervioso. Hoy sabemos que existe una interconexión impresionante entre todos estos sistemas y nuestra psiquis", explica.
"En el flechazo -detalla Agustín Ibáñez, director del Laboratorio de Psicología Experimental y Neurociencias (Ineco)- se activan mecanismos como la serotonina y la dopamina, que están asociados con el placer. Y, al mismo tiempo, se desactivan los mecanismos de defensa que dejan a la persona «con la guardia baja»."
"Además -agrega Ibáñez-, se producen altos niveles de oxitocina y vasopresina, dos hormonas que cumplen un papel crucial en la consolidación del vínculo amoroso. Existen, también, ciertos inductores del flechazo asociados con vectores universales, como el atractivo físico, la fijación de la mirada, la simetría facial y la relación cintura-cadera, que son captados por nuestros sentidos, especialmente por la vista."
"Son características asociadas con la reproducción", describe Calvo, para quien definitivamente existe "el amor a primera vista".
"Parecería que una relación cintura/cadera de 0,7 es la medida ideal para que el hombre se sienta atraído por una mujer. Proporciones en la cara, relacionando distribución y tamaño entre los ojos, la nariz y la boca, también expresarían números «mágicos» que enamoran", agrega Calvo.
¿Demencia?
No son pocos los que asocian el enamoramiento con "un
estado de demencia temporal": la euforia despertada por la química
corporal hace que muchas veces se confunda amor con locura. Es lo que opina la
psicóloga Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios
Especializados en Trastornos de Ansiedad, que afirma que durante el flechazo "hay
altos niveles de impulsividad y pensamiento obsesivo en el ser amado que hace
que el enamoramiento se asocie con un estado de aparente locura".
Esa obsesión provoca altos niveles de ansiedad, "por eso el enamoramiento es compatible con ciertas características del trastorno por ansiedad generalizada y ciertas otras características del trastorno obsesivo-compulsivo", explica Martínez Castro.
"Hasta la gente más brillante pierde la compostura cuando está enamorada, porque se activan las zonas del cerebro que controlan emociones, como el tálamo, el hipotálamo y el hipocampo", asegura.
Enamorarse trae asociados síntomas físicos como taquicardia, insomnio y falta de apetito, entre otros. Por eso es imposible sostener esta situación en el tiempo. Según todo parece indicar, el estado de embriaguez no dura para siempre, sino que tiene fecha de vencimiento, lo que no necesariamente supone el fin de la pareja.
Esa obsesión provoca altos niveles de ansiedad, "por eso el enamoramiento es compatible con ciertas características del trastorno por ansiedad generalizada y ciertas otras características del trastorno obsesivo-compulsivo", explica Martínez Castro.
"Hasta la gente más brillante pierde la compostura cuando está enamorada, porque se activan las zonas del cerebro que controlan emociones, como el tálamo, el hipotálamo y el hipocampo", asegura.
Enamorarse trae asociados síntomas físicos como taquicardia, insomnio y falta de apetito, entre otros. Por eso es imposible sostener esta situación en el tiempo. Según todo parece indicar, el estado de embriaguez no dura para siempre, sino que tiene fecha de vencimiento, lo que no necesariamente supone el fin de la pareja.
¿Todo tiene un final?
"El enamoramiento se termina a los seis u ocho meses de
haberse conocido, ya que el organismo no puede sostener fisiológicamente ese
estado por más tiempo. Pero las parejas continúan juntas porque surge el amor
profundo, que no se basa solamente en la atracción física, sino en rasgos y
características personales que van más allá. Esto ya no se denomina
enamoramiento, sino verdadero amor basado en la elección adulta", concluye
Martínez Castro.
El mundo de los mensajeros del cuerpo, un sistema químico de
comunicación que hace que el páncreas sepa lo que piensa el intestino y que el
intestino sepa si el cerebro tiene hambre. Nuestro organismo funciona como una
oficina con correo interno: el jefe le da órdenes al subjefe, que se las pasa a
los empleados (hasta que alguno de ellos le va con un cuento y arde Troya). De
la cabeza a los pies, las glándulas endocrinas —los jefes y los empleados—
mandan mensajes de hormonas por la sangre con buenas y malas noticias, y de
este modo nadie tiene excusas para hacerse el distraído.
Entre los cambios mundiales, en los contextos políticos y
culturales, la independencia económica de la mujer, sumada a todas las
alteraciones físicas, el miedo al fracaso es un fantasma con mucho poder.
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